La llamada “ciudad de las rosas” fue creada para dar hogar a los colonos alemanes que se asentaron a orillas del lago Llanquihue entre los años 1852 y 1853, plan mediante el gobierno de la época buscaba incorporar territorios deshabitados de la zona sur al resto del país.
Debido a su cercanía con el mar presenta un clima oceánico lluvioso en que las precipitaciones se producen durante todo el año acompañadas de vientos del norte y noroeste. Aunque si bien en invierno hay más días de lluvia, las de la primavera son más intensas y violentas, sin embargo estas son de más corta duración que las invernales. Es común que la línea de la vegetación sea también la línea de la nieve en invierno, razón por la cual las precipitaciones invernales son por lo general líquidas o en forma de granizadas, pero es muy poco común la caída de nieve bajo los mil metros de altitud. Los veranos solían ser suaves, con máximas que rara vez superaban los 30°C y las lluvias en meses estivales no eran novedad. Sin embargo en los últimos años en ocasiones se pueden producir temperaturas cercanas a 35 °C, y las lluvias en enero y febrero son mucho más escasas.
El lago Llanquihue, el segundo más extenso del país, y junto a los volcanes Osorno y Calbuco definen el paisaje desde la ciudad. Ambos volcanes se encuentran desplazados hacía el oeste de la cordillera de los Andes, cercanos al mar, lo que añade particularidades a cada uno de ellos. El sector de La Picada, al norte del volcán Osorno fue la zona en la que se desarrolló la actividad de montaña durante la primera mitad del siglo XX. Una serie de refugios dieron vida a lo que hoy se conoce como “el sendero de la desolación”, pero también al esquí y el excursionismo. De la mano con la exploración de los bosques se desarrolló la explotación maderera, y con ello la deforestación producto de la excesiva tala de árboles de Alerces, esos que dieron vida a las tejuelas de madera que forman hoy parte del patrimonio arquitectónico de la cuenca del lago. Es en esos mismos bosques que fue creada el primer parque nacional de Chile en el año 1926, y con ello la protección de la flora y fauna, e importantes ecosistemas que han permitido el desarrollo de este destino turístico en la región de Losa Lagos, gracias además a la antigua ruta de comercio utilizada por distintos pueblos Mapuches de Chile y Argentina, que fue convertida en una importante vía para la economía entre San Carlos de Bariloche y Puerto Varas durante los primeros decenios de la época de la colonización alemana. Navegando los lagos Llanquihue y Todos Los Santos se recolectaban diversos bienes de los puertos de colonos y habitantes para ser comercializados en sus distintos destinos. Así la villa de Ensenada conectaba por tierra con el puerto de Petrohue, para seguir viaje hasta Peulla y desde este punto cruzar al país vecino. Es la ruta que hoy se conoce como el “cruce de lagos” y que por el año 1913 con lo que se considera la creación de la primera empresa de turismo de Chile (Andina del Sud) marca el sello turístico de Puerto Varas.
Distante a menos de veinte minutos en vehículo del aeropuerto de Puerto Montt (PMC) o a un viaje nocturno de menos de 12 horas en un bus desde Santiago, Puerto Varas es una pequeña ciudad con una gran oferta de alojamiento, restaurantes y otros servicios turísticos. Una ciudad que se puede recorrer a pie, pero que para disfrutar de sus principales atractivos y actividades es necesario movilizarse hacía el mar o la cordillera. Viajes que no requieren más de una hora de transporte, pero que en plena temporada de verano pueden verse retrasados en horas y días de mucha demanda. Pero que también tiene una gran oferta de servicios en sus alrededores. Un refugio de montaña en pleno volcán Osorno, el Refugio Teski, o un sin fin de cabañas y hospedajes alrededor del lago Llanquihue. Un lago que se puede recorrer casi en su totalidad en bicicleta y que desde Ensenada permite conectar con la carretera Austral, siguiendo el curso del río y los Saltos del Petrohué en dirección hacía las termas de Ralún y el primer fiordo de la Patagonia.
A pesar de sus 253.780 hectáreas de superficie no son muchos los senderos con infraestructura que encontramos en su interior. Pero hay cuatro sectores de gran accesibilidad en los alrededores del volcán Osorno a menos de una hora de viaje de Puerto Varas.
Son tan sólo dos tramos de andarivel, once pistas y unos cinco kilómetros posibles a recorrer en pistas preparadas, pero es su cercanía a Puerto Varas, el acogedor Refugio, las vistas durante el ascenso y descenso que hacen del esquí de pista en Puerto Varas un imperdible de experienciar en temporada invernal. Palabras mayores son el esquí fuera de pista y de montaña. El esquí de randonnée en el volcán Osorno es un ascenso clásico; y el descenso de los mil metros por su cara norte una actividad imperdible a realizar junto con la del volcán Llaima, en la vecina región de la Araucanía. El descenso por la ruta normal, en la cara oeste, si las condiciones lo permiten, nos transportarán desde la cumbre, al valle escondido, y desde aquí directo a la terraza del refugio Teski a disfrutar de la mejor puesta de sol en el sur de Chile.